Salud
Bajos niveles de acceso a la asistencia médica y a los seguros de salud
Barreras a la asistencia médica
Preferencias en la atención médica
Perspectivas tradicionales de la salud, la enfermedad y la curación
Las mujeres y los niños
Otras preocupaciones: el hacinamiento, la depresión, el alcoholismo, la VIH/SIDA, el embarazo entre las adolescentes, la violencia intrafamiliar
Perspectivas de los proveedores de servicios
Algunos enfoques innovadores
Bajos niveles de acceso a la asistencia médica y a los seguros de salud
Los trabajadores agrícolas indígenas están en situación de marcada desventaja en lo que corresponde a la obtención de asistencia médica en California. Acceden a la asistencia a niveles que son mucho más bajos que los de la población general y notablemente inferiores a los de otros trabajadores agrícolas que provienen de México.
Primero, nos centramos en las mujeres, quienes, al igual que todos los grupos, se atienden a niveles superiores a los de los hombres. En la Gráfica 1, mostramos, mediante dos distintos estudios, la Encuesta Nacional de Trabajadores Agrícolas (NAWS por sus siglas en inglés) y la Encuesta a Comunidades Indígenas (ECI), que las mujeres indígenas acuden al médico con menos frecuencia que las mujeres mestizas de México. De acuerdo con uno de estos estudios, el 62% de las mujeres indígenas y, de acuerdo con otro, el 68% de ellas ha consultado a un médico en los últimos dos años. Estas cifras se comparan con los índices mucho más elevados de 75% entre las trabajadoras agrícolas mestizas de México. Ahora bien, si examinamos las tasas de la población general de mujeres en la Encuesta sobre Entrevistas de la Salud en California (California Health Interview Survey o CHIS), hayamos que un índice aún más elevado de 86% de mujeres han consultado al médico. Luego, si examinamos los datos referentes a los hombres, vemos tasas mucho más bajas de consultas médicas. Nuestros dos estudios (la NAWS y la ECI) muestran que, entre los hombres indígenas, sólo el 24% ó 33% han consultado al médico mientras que el 43% de los trabajadores agrícolas mestizos han visitado el consultorio. No sorprende que entre la población general en California, el índice de 73% correspondiente a los hombres es mucho más alto que el de cualquier grupo de trabajadores agrícolas (véase la Gráfica 1).
Es más, el porcentaje de personas con seguros de salud entre los adultos indígenas es extremadamente bajo, aún si se compara con las tasas bajísimas de los trabajadores agrícolas mestizos. Sólo el 9% de los indígenas de México entrevistados gozan de cobertura y sólo el 19% de sus cónyuges. Los porcentajes que corresponden a los trabajadores agrícolas mestizos son mucho más altos--31% para los entrevistados y 50% para sus cónyuges (véase la Gráfica 2). Los niños indígenas, no obstante, tienen más altas probabilidades de gozar de cobertura (más de tres cuartos de ellos tienen seguro), ya que la mayoría nace en los Estados Unidos, y como es probable que estén debajo del umbral de la pobreza, son aptos para la asistencia médica del gobierno.
Barreras a la asistencia médica
Aparte de los costos de la atención y de la carencia de seguro, hay otros factores que son parte del sistema y se conjugan con problemas culturales para limitar acceso a la asistencia médica. Los obstáculos sistémicos son muy conocidos para los que estudian la materia de los trabajadores agrícolas e incluyen: falta de transportación, horarios inconvenientes en las clínicas, esperas largas, malos tratos por parte de la recepción y otro personal, y temor relacionado con la situación migratoria. Para los indígenas, sin embargo, existen otras barreras lingüísticas y culturales que impiden la obtención de asistencia médica en California.
Barreras culturales y lingüísticas
Aunque los hospitales tienen la obligación legal de prestar atención en el idioma que entienda el paciente, el cumplimiento con este requisito no es nada uniforme. A menudo, los prestadores de servicios confían que los pacientes lleguen acompañados por un amigo o familiar que les traduzca, a veces hasta un niño, lo cual crea dificultades cuando se trata de asuntos delicados y puede resultar en malos entendidos. Otros acuden a servicios de interpretación telefónicos con resultados variados. La falta de comunicación fomenta la desconfianza, la evitación del consultorio y el incumplimiento con los tratamientos recetados. Como dice una señora mixteca en Fresno, “No creo que receten la medicina indicada para lo que tenemos porque no nos entienden.”
En los últimos diez años o más, varias clínicas han reconocido la necesidad de intérpretes de lenguas indígenas y algunas han realizado esfuerzos por buscar y contratar hablantes de estos idiomas que trabajen a un lado de los profesionales clínicos. Los profesionales que ejercen en la costa central, particularmente en la zona de Ventura, llevan la delantera en contratar intérpretes indígenas para trabajar en los centros de atención, y algunos pueden facilitar asistencia con competencia cultural. Hasta la fecha, son principalmente los hablantes de mixteco, quienes han sido contratados; todavía son pocos los servicios que existen para los hablantes de zapoteco y triqui.
No obstante, aunque el intérprete sea habilidoso, sus servicios incrementan el tiempo y el costo de la consulta, representando una carga más para las clínicas que ya están escasas de recursos. En Oxnard, una consumada intérprete que es trilingüe, hablando inglés, español y mixteco, su lengua de origen, explica que no hay palabras en mixteco para un gran número de afecciones, como el asma, tuberculosis, anemia y diabetes. En lo que refiere a la salud de la mujer, con frecuencia no hay palabras para ciertas partes del cuerpo, particularmente las que se relacionan con el aparato reproductivo, o para procedimientos, como el reconocimiento cervical. Además, las mujeres indígenas son sumamente reacias para hablar de asuntos conectados con la sexualidad y la reproducción, especialmente con profesionales masculinos. Los intérpretes tienen que desempeñar su trabajo con paciencia, más tiempo y considerable tacto para dar tranquilidad a las mujeres y establecer una relación de confianza. También tienen que improvisar con el idioma para explicar conceptos e intervenciones desconocidos. La brecha de comunicación es poco sorprendente, dado que muchos de los indígenas en California provienen de zonas remotas de México con escasos o inexistentes servicios médicos, y las mujeres, en especial, tienen poca experiencia con la asistencia médica moderna.
Preferencias en la atención médica
En cientos de entrevistas, nuestro equipo de investigación repetidamente se encontró con personas que sienten rechazo por la forma en que se ejerce la medicina estadounidense y buscan atención sólo como último recurso, a menudo en la sala de urgencias. Manifiestan desconfianza hacia los prestadores de servicios y con frecuencia sienten confusión o enojo por el trato que reciben. Según se ve en los datos de la Gráfica 1, más arriba, los hombres en particular evitan procurar asistencia médica, aún cuando llevan años trabajando aquí. En el Valle Central, un defensor comunitario explica que las agencias suelen considerar a los indígenas como “de bajo estatus” y no hacen ningún esfuerzo por manejar sus servicios con competencia cultural. En el Valle de Salinas, un pizcador triqui de lechuga nos cuenta que ni siquiera se molesta en buscar atención porque, como nos lo dice, “nos tratan más mal que a los perros.”
Asistencia médica en México
Para evitar ser atendidos por prestadores en los Estados Unidos, muchos indígenas manifiestan que van a México. Los servicios médicos de organizaciones lucrativas en Tijuana cuestan una fracción de lo que cuestan en California. No requieren trámites confusos y ofrecen atención inmediata. Los fármacos también son más baratos y disponibles sin receta médica. Muchas personas les encargan a familiares o a amigos que les compren sus medicinas en México y así se auto medican. A pesar del esfuerzo, tiempo y riesgo adicional de viajar a México, los hombres especialmente prefieren la opción transfronteriza. Como lo explica un jornalero agrícola triqui de 36 años que trabaja en el Valle de Salinas, “Cuando se ponen muy graves, van a México y después se arrojan a cruzar la frontera para regresar. Pocos usan los servicios médicos de aquí.”
La medicina tradicional
Otra alternativa es procurar los servicios de un especialista en medicina tradicional. En todo el territorio de California, hay discretos especialistas mexicanos de la medicina tradicional que ejercen su arte sanadora. Pueden ser yerberos (especialistas en hierbas), sobadores (especialistas en masajes), hueseros (especialistas en la manipulación corporal, parecidos a los quiroprácticos), curanderos (especialistas en tratamientos espirituales), o alguna combinación de éstos. En casi todos los lugares donde realizamos entrevistas, los encuestados dicen conocer a personas especialistas en medicina tradicional y las consultan para una variedad de enfermedades. Los tratamientos que reciben son familiares y no provocan desconfianza; son menos costosos y sus resultados se consideran positivos. En una casa suburbana, en un barrio tranquilo de la costa central, nos enteramos de un sobador que atiende pacientes desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche, cobrando según las posibilidades del paciente: cinco, diez o quince dólares, lo que puedan pagar.
Con la alta demanda de los especialistas en medicina tradicional, las personas lamentan la escasez de este tipo de atención y también sienten la frustración de no tener acceso a conocidas plantas medicinales o a los tratamientos tradicionales como los baños de vapor. Aparte del valor terapéutico del calor y de las hierbas medicinales, los baños de vapor tienen un papel importante en restablecer un lazo espiritual con la tierra, un lazo que se considera esencial para la salud. Las mujeres en particular extrañan el acceso a estos baños después del alumbramiento, como se detalla en la sección más abajo.
Afrontando una enfermedad
A continuación están los pasos que siguen las personas al afrontar una enfermedad, según se lo contaron a nuestros investigadores:
- Empezar con un té tradicional o con un remedio casero, basado en previo conocimiento o en los consejos de familiares o vecinos. Si esto no da resultados y si se tiene acceso, pedir consejos de alguien que trabaja en una Botánica, tienda que vende hierbas y remedios tradicionales.
- Luego, buscar medicinas mexicanas conocidas que se usaron anteriormente, disponibles en supermercados mexicanos o en remates. Se pide la medicina por su nombre, o se describen los síntomas al empleado de una tienda para pedir una recomendación. Las dependientas de las tiendas y los vendedores de los remates se convierten en los farmacéuticos de facto.
- Si estos esfuerzos no resultan, visitar una botica occidental para comprar medicinas de venta libre que recomienda un amigo, vecino o familiar.
- Si se tiene acceso a un especialista en medicina tradicional, pedir tratamiento a cambio de un modesto precio.
- Por último, si no existe la opción de viajar a México a recibir atención, si todas las posibilidades han sido agotadas, y si la enfermedad está agravando, acudir a la clínica o sala de urgencias sin mucha voluntad de estar allí.
Perspectivas tradicionales de la salud, la enfermedad y la curación
Al tener idea de las creencias y de la cosmovisión de una persona indígena comprendemos por qué los enfermos indígenas no acuden a la asistencia médica moderna y por qué muchas veces no cumplen con el tratamiento prescrito. En muchas culturas tradicionales, la relación que existe entre la persona y la naturaleza, la comunidad, el mundo espiritual y el cosmos tiene un papel importante en la salud y el bienestar. Un aspecto esencial es la importancia de mantener equilibradas todas las fuerzas en juego. Uno de los requisitos que con más frecuencia se manifiesta en las culturas indígenas de México y de otras culturas es el equilibrio entre “el calor” y “el frío”, conceptos que no tienen que ver exclusivamente con la temperatura. A continuación está un fragmento de una explicación de la dualidad entre calor y frío de una eminente autoridad en materia de la cultura de México, Federico Navarrete Linares:
“Aunque cada pueblo indígena tiene una cosmovisión particular, relacionada con su lengua, su historia y su medio natural, las cosmovisiones indígenas comparten muchos elementos esenciales. Por ejemplo, casi todos los pueblos consideran que los seres de este mundo tienen elementos, o fuerzas, calientes y fríos. Los elementos calientes se asocian con el sol, el cielo, los varones, el orden, la luz, la vida; los fríos con la luna, la tierra, las mujeres, el desorden, la oscuridad y la muerte. Aunque los elementos calientes son considerados superiores a los fríos, esto no significa que aquéllos sean buenos y éstos malos, pues ambos son igualmente necesarios para la vida. La fertilidad de las plantas, por ejemplo, depende del calor del sol, pero también de las fuerzas frías de la muerte y de la tierra. Si bien los varones tienen más elementos calientes, también necesitan elementos fríos para estar sanos; las mujeres requieren a su vez elementos calientes. Igualmente, existen enfermedades calientes que aumentan excesivamente el calor del cuerpo hasta causarle daño y enfermedades frías que lo enfrían demasiado. Lo importante, según las cosmovisiones indígenas, es el equilibrio entre estas fuerzas para mantener la salud del cuerpo humano, para mantener la tranquilidad en la sociedad y también más allá, para que las plantas crezcan y la vida pueda continuar.”
Según Navarrete, las prácticas curativas indígenas dependen de una íntima familiaridad con el medioambiente y con las plantas y los animales de la localidad. El curandero utiliza sus conocimientos de las propiedades medicinales de las plantas y sus atributos calientes o fríos.
Cuando a una señora mixteca que trabaja como intérprete médico en Fresno se le preguntó sobre el concepto de calor/frío como causa de enfermedad, ella explicó, “Cuando hace frío, hay que evitar comidas frías como el arroz. Cuando hace calor, hay que evitar comidas como el mango.” Cuando se le preguntó si el personal médico del hospital local sabe estas cosas, ella manifestó que simplemente no hablan de esto con el doctor.
- Para más detalles sobre los conceptos indígenas de la salud, la enfermedad y la curación, véase la Sección VIII-3 del Informe ETAI.
- La cita de Federico Navarrete Linares se encuentra en Los pueblos indígenas de México. México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008, pp. 78-79 http://www.cdi.gob.mx
- La antropóloga médica Bonnie Bade ofrece valiosas reflexiones sobre la medicina mixteca contemporánea (véase la bibliografía del Informe ETAI).
La atención relacionada con el alumbramiento y el parto representa la mayoría de los encuentros entre los trabajadores agrícolas indígenas y el sistema de asistencia médica. Aún así las mujeres indígenas temen las clínicas y hospitales y a menudo postergan atención hasta que empiezan el parto. Nuestros informantes dan varias razones explicando por qué evitan el cuidado durante el embarazo: no están acostumbradas a recibir atención prenatal en Oaxaca; no pueden llegar a la clínica; no quieren perder un día de trabajo; no les gusta el trato impersonal y tampoco el uso de máquinas y estudios; no confían que los prestadores de servicios respondan a sus inquietudes; y sienten un temor profundo a ser sometidas a una cesárea.
El contraste entre los enfoques indígenas y biomédicos al parto es como “el cielo y la tierra”, según una promotora mixteca de salud en Fresno. Explica que tradicionalmente las mujeres indígenas piensan que el tiempo del embarazo y del parto es una época de felicidad. Las prácticas pre y post-parto incluyen las infusiones calientes de hierbas y los masajes. Pero aquí, nos dice, “Son puras máquinas. ¡Claro que se van a alarmar!” Continúo con una descripción de lo alterante que para ellas son los análisis de sangre, los eco gramas, y las fuertes luces y el ambiente hipertecnológico de la sala de partos, donde están rodeadas de personas desconocidas que hablan un idioma incomprensible, y en casos de partos por cesárea, no entienden por que se requiere la intervención y creen que se debe a la incompetencia del médico. Por último, después del parto, las mujeres mixtecas en sus pueblos de origen están acostumbradas a un minucioso régimen de baños de vapor administrados por mujeres mayores con experiencia. Los baños incluyen el uso de hierbas medicinales que ayudan en la recuperación y en la restauración del equilibrio del cuerpo. La falta de acceso a estos baños de vapor puede contribuir a la profunda sensación de aislamiento y a la depresión post parto que sufren las mujeres indígenas que se encuentran de este lado de la frontera.
Para un relato de primera mano sobre la experiencia de un baño de vapor mixteco, véase “Alive and Well: Generating Alternatives to Biomedical Health Care by Mixteco Migrant Families in California” por Bonnie Bade en Indigenous Mexican Migrants in the United States, Jonathan Fox y Gaspar Rivera-Salgado, editores. La Jolla: Centro de Estudios México-Estados Unidos y Center for Comparative Immigration Studies, Universidad de California, San Diego, 2004.
Otro choque cultural existe en lo que refiere a la alimentación materna durante el embarazo. Por una parte, los prestadores de servicios manifiestan que muchas mujeres indígenas son anémicas y por esta razón les recetan vitaminas. Por otra parte, las mujeres indígenas son reacias a tomar las vitaminas, temiendo que harán que crezca demasiado el bebé, poniéndolas en riesgo de parto por cesárea.
El hecho que las mujeres indígenas no reconocen que la atención ginecológica y obstétrica en California es más segura y más propensa a concluir con mejores resultados que dar a luz en México sirve para destacar la grandísima brecha cultural que existe entre ellas y los profesionales de la salud en los Estados Unidos. (De acuerdo con algunas estimaciones, la probabilidad que una mujer indígena muera de parto es casi diez veces más alta en México que en los Estados Unidos -- véase la página 82 del Informe ETAI.)
Cuando los prestadores de servicios se esfuerzan por implementar sensibilidad cultural en su trato con las mujeres indígenas, los resultados son prometedores. En el Condado de Ventura, varias clínicas han contratado intérpretes Mixtecos para entablar comunicación con pacientes que hablan dicha lengua y para crear un ambiente donde se sientan bien recibidos. En Oxnard, una enfermera familiar de práctica clínica avanzada, que atiende a muchos pacientes mixtecos, puede demostrar (basándose en datos de su consulta) que la sensibilidad cultural en la atención conduce a fechas de inicio más tempranas para los cuidados prenatales de las mujeres mixtecas ya embarazadas. Otros esfuerzos de alcance comunitario dirigidos a la población indígena se describen en “Algunos enfoques innovadores”, más abajo.
Otras preocupaciones: el hacinamiento, la depresión, el alcoholismo, la VIH/SIDA, el embarazo entre las adolescentes, la violencia intrafamiliar
No tenemos datos sobre la incidencia de algunas afecciones de la salud, enfermedades específicas o resultados ya que los Departamentos de Salud municipales no registran datos para grupos minoritarios de habla indígena de México. Lo que a continuación sigue fue extraído tanto de las entrevistas que realizamos con informantes claves, inclusive prestadores de servicios, activistas comunitarios, elementos de las comunidades indígenas, como de las observaciones de nuestro equipo durante sus investigaciones de campo.
Hacinamiento
En la sección de la vivienda, describimos el índice extraordinario de hacinamiento entre los trabajadores agrícolas indígenas. Los prestadores de servicios manifiestan mucha preocupación por las implicaciones sanitarias de esta situación, que incluyen altos riesgos de infecciones respiratorias (como la tuberculosis) entre personas que viven en espacios reducidos; alto riesgo de la propagación acelerada de epidemias en esta población en gran medida no inmunizada; mala alimentación debido a limitado acceso a lugares donde guardar despensa y cocinar; contaminación de plomo en los niños; mala higiene; retrasos de desarrollo infantil; violencia intrafamiliar.
Depresión
Nuestros investigadores se enteraron que la depresión aflige tanto a hombres como a mujeres, quienes se sienten aislados de su cultura y de su lengua. También se sienten alejados de sus tierras y de sus familias extensas. Como se indicó anteriormente, no existen datos oficiales al respecto. Por lo consecuente, se le da poca atención a los problemas de salud mental. Sin embargo, los informantes consideran que este es un aspecto de las comunidades que requiere atención urgente.
Entre las mujeres indígenas, los informantes reportan que la depresión post parto es una grave enfermedad que en algunos casos termina en suicidio. Muchas de las afligidas son muy jóvenes, a menudo adolescentes, separadas de sus hogares y pueblos por primera vez en sus vidas. Es más, la transportación es limitada y no tienen acceso a los tradicionales ritos curativos durante este periodo de aumentada vulnerabilidad física y emocional.
Ya que los hombres indígenas raras veces acuden a las clínicas para pedir ayuda, estas observaciones provienen de trabajadores de alcance comunitario. Describen un síndrome nocivo que evoluciona entre los hombres solos, ya sea en barracas, en departamentos hacinados, en garajes o cobertizos. Los hombres extrañan a sus familias, comen mal, carecen de oportunidades para divertirse o para hacer ejercicio, y muchas veces son víctimas del consumo del alcohol y drogas. Todo esto conlleva un deterioro físico y mental. Un trabajador de alcance comunitario mixteco describe hombres que ha visto en los cañones de San Diego sufriendo de una tristeza profunda y abrumadores sentimientos de inferioridad e impotencia. En la parte norte de California, un trabajador de alcance comunitario explica por qué a los hombres indígenas recién venidos se les dificulta adaptarse. Primero, se sienten frustrados por las experiencias diarias de explotación a manos de mayordomos, comerciantes y arrendadores. Reciben muy pocas noticias de sus familias, que están en los pueblos en México. Luego cuando no alcanzan las metas que se han propuesto, se sienten más presionados, y muchas veces caen en la depresión y en muchos casos, también en el alcoholismo. Otra afección que ha recibido poca atención es lo que algunos trabajadores de alcance comunitario creen ser estrés post traumático (TEPT), que resulta de la violencia y el maltrato sufridos al cruzar la frontera.
Alcoholismo
Los trabajadores de alcance comunitario en todo el territorio de California manifiestan que el consumo de alcohol y las borracheras duraderas conllevan múltiples problemas para la comunidad indígena, incluso la incidencia de conducir bajo los efectos, violencia intrafamiliar y comportamiento sexual riesgoso.
VIH/SIDA
Como se ha dicho, aunque no tenemos datos oficiales relativos a los índices de VIH/SIDA en la comunidad indígena, los informantes reportan que hay mucho temor e información errónea al respecto y también fuerte resistencia al uso de preservativos. En el Valle Central, los trabajadores de alcance comunitario describen hombres indígenas que tienen la impresión que el contacto con pesticidas conduce VIH/SIDA. Otros creen que se pueden proteger si se frotan el pene con limón después de las relaciones sexuales. Hasta los que tienen diagnósticos positivos para la VIH describen haberse aplicado cloro en el pene. Los esfuerzos para alentar comportamientos de seguridad han resultado frustrantes.
El embarazo entre las adolescentes
El matrimonio y el embarazo a temprana edad se consideran aceptables dentro de las culturas indígenas, y en los pueblos de Oaxaca no es fuera de lo normal ver a jóvenes de catorce o quince años con su primer hijo. Comparamos la edad de la madre al momento que nace el primer hijo entre las mujeres indígenas de nuestro estudio con las mujeres en general de California. Como lo indica la Gráfica 3, más de la mitad de las mujeres indígenas (el 57%) tuvo su primer hijo antes de los veinte años. Entre las mujeres de la población general en California, solamente el 25% tuvo su primer hijo antes de los veinte años. Es decir, más del doble de las mujeres indígenas que la población general de mujeres en California dan a luz sin haber cumplido 20 años.
La temprana edad reproductiva es preocupante para los profesionales de la salud, quienes indican que esto puede provocar partos prematuros, bajo peso al nacer, riesgo a la salud de la joven madre, e incrementos en la probabilidad de desnutrición, hipertensión y anemia.
El fenómeno del embarazo durante la adolescencia también es preocupante en el contexto de las normas, instituciones y leyes de los Estados Unidos. Si la joven es una menor no acompañada y si su pareja (el padre del niño) es varios años más grande que ella, a la pareja se le puede acusar de estupro resultando en su encarcelamiento. Esto dejaría a la joven sola y asustada, con un nuevo bebé, en un país extraño sin poder hablar inglés o español, y sin modo de ganarse la vida.
Violencia intrafamiliar
Los trabajadores de alcance comunitario y profesionales de la salud consideran que éste es un grave problema extremadamente difícil de identificar y resolver. Actualmente, los informantes dicen que se esta haciendo muy poco para afrontar el problema, con profundas raíces dentro de la comunidad indígena y de la sociedad Mexicana, donde tradicionalmente la mujer goza de pocos derechos y donde la violencia en su contra se acepta como “la cruz que cargan las mujeres.” Como se ha dicho, no tenemos datos oficiales sobre la prevalencia de la violencia intrafamiliar dentro de la comunidad indígena, pero lo claro es que existe dentro de los hogares indígenas en California y que es causa de considerable dolor y sufrimiento.
Entre las barreras que impiden que se resuelva este problema, la principal es la falta de un enfoque adecuado a la cultura. Aunque los promotores de salud describen repetidos encuentros con casos de mujeres que son víctimas de maltrato a manos de sus parejas, estos profesionales hallan que ellas no están dispuestas a levantar un acta contra los que las maltratan. Esta renuencia surge del temor bien fundado a ser condenadas al ostracismo tanto por sus familias como por sus comunidades. Las pocas mujeres que se atreven a dejar a sus abusadores para acudir a un refugio se encuentran en un peor apuro después de que se les agota el tiempo en el refugio. Descubren que la comunidad las rechaza, y ya que no pueden hablar inglés, y sólo escaso español, quedan sin lugar donde ampararse.
En la zona de la costa central, un grupo organiza reuniones informativas para la comunidad indígena local con el fin de abordar una gama de temas de interés, incluso la agresión sexual y la violencia intrafamiliar. El activista que dirige el grupo indica que, aunque haya mucha asistencia, también hay muchos elementos en la comunidad que rechazan las reuniones por temor a que sus mujeres “se alebresten”. Actualmente, los prestadores de servicios y los activistas que desean ayudar a las mujeres indígenas se sienten limitados por la falta de asesoría adecuada, la falta de vivienda segura para las que desean escapar el maltrato, y la inercia de una comunidad que no considera la violencia intrafamiliar un problema.
Perspectivas de los proveedores de servicios
La presencia de grandes números de pacientes indígenas que provienen de México toma al sistema de asistencia médica de California desprevenido y no preparado. Antes del final de la década de los 1990, pocos prestadores de servicios distinguían entre los pacientes indígenas y otros inmigrantes de México. Tampoco tenían conocimiento general o formación alguna sobre la entrega de servicios con sensibilidad cultural a estos grupos. En una clínica comunitaria de la zona de Ventura, una enfermera familiar de práctica clínica avanzada que es bilingüe, hablando inglés y español, manifiesta que empezó a tener consciencia de este grupo distinto más o menos en 1998, cuando empezó a atender a pacientes que hablaban poco o nada de español. Diez años más tarde, la mitad de sus pacientes son mixtecos, y sus colegas y ella empiezan a atender a otros grupos indígenas incluso zapotecos, triquis y amuzgos.
Además de la barrera del idioma, los prestadores con preparación en la medicina biomédica moderna notan otros desafíos que enfrentan en sus intentos por servir a los indígenas. En particular, describen la dificultad de comunicarse con personas que tienen muy baja escolaridad, poca o ninguna experiencia con la medicina occidental y tecnología, y nociones totalmente diferentes de la enfermedad, sus causales y tratamientos. Así mismo, las mujeres indígenas tienen conocimiento limitado de sus cuerpos y aparato reproductivo, carecen de vocabulario para hablar de muchos órganos internos, son extremadamente renuentes para tratar los temas de sexo y reproducción, y temen que las toquen los prestadores masculinos. Con frecuencia, los hombres indígenas insisten en estar presentes durante las consultas médicas, lo cual interfiere con la confidencialidad entre doctor y paciente.
Muchos lamentan la falta de material didáctico apto para una población escasamente alfabetizada. De especial importancia es material sobre los anticonceptivos, los riesgos relacionados con el embarazo en la adolescencia, y la información relativa al cuidado prenatal, a la atención post parto, y a la seguridad infantil, dada la radical diferencia entre las condiciones en pueblos remotos y la California moderna.
La mayoría de los prestadores de servicios y de los activistas hablan de la urgente necesidad de más intérpretes. En algunas zonas, particularmente en el Valle Central, las administraciones de las clínicas han sido lentas a responder a la falta de intérpretes, a pesar de su numerosa comunidad indígena. En otras zonas, en la costa central, por ejemplo, los administradores que desean contratar a intérpretes de lenguas indígenas no pueden ocupar a los candidatos idóneos por que estas personas no tienen permiso de trabajo.
Por último, los prestadores de servicios manifiestan que se requiere más tiempo del personal para atender a pacientes indígenas. Esto exige más de un sistema público de asistencia médica que vive las presiones de bajos números de facultativos familiares y de recursos limitados.
A pesar de estos desafíos y limitaciones, las organizaciones y los prestadores de servicios en diferentes partes del Estado elaboran formas creativas para entregar atención de calidad con sensibilidad cultural a los indígenas. En la costa central, en el Condado de Ventura en especial, los prestadores han elaborado nuevas técnicas para alcanzar y servir a la población indígena. Además, varias organizaciones formadas por indígenas brindan programas y servicios para mejorar la salud y el bienestar de sus comunidades. A continuación, pasamos lista de unos ejemplos de estos esfuerzos (hay muchos más que no están aquí):
- Varias clínicas y hospitales ahora cuentan con hablantes nativos de lenguas indígenas que trabajan como intérpretes entre su personal. En algunos casos, estos intérpretes también son preparados para fungir como trabajadores de alcance comunitario, que salen a las comunidades a facilitar información y orientación sobre la salud. Estos intérpretes /promotores de salud prestan un servicio valiosísimo como intermediarios culturales.
- Una clínica familiar en Oxnard, en colaboración con el departamento de obstetricia y ginecología del hospital municipal, organiza visitas al hospital para embarazadas mixtecas. Acompañadas por una intérprete mixteca, a las mujeres les enseñan la sala de partos y les avisan lo que pueden esperar. Estas visitas representan un esfuerzo para disipar temores y evitar malos entendidos.
- Una clínica entrevista a mujeres embarazadas para detectar la depresión. Se prestan servicios de asesoría psicológica, utilizando a intérpretes como intermediarios. El director de la clínica calcula que el año anterior lograron evitar por lo menos diez suicidios.
- La Organización Comunitaria del Proyecto Mixteco/Indígena (MICOP por sus siglas en inglés) ofrece varios importantes servicios para responder a las necesidades de la comunidad indígena del Condado de Ventura. Estos incluyen la preparación de intérpretes para trabajar en clínicas y con organizaciones locales y para orientar a promotoras de salud. Entre sus muchas actividades están las clases de Bebé Saludable, que crean una oportunidad para tratar el tema de la depresión post parto. En las clases, pequeños grupos de madres mixtecas se reúnen con dos trabajadores de alcance comunitario, quienes les animan a exteriorizar sus sentimientos y compartir sus experiencias. Según la MICOP, el entorno grupal es aceptable dentro de la cultura ya que brinda apoyo a las mujeres que afrontan la depresión y otros desafíos que son parte de la vida en un ambiente desconocido. (Para mas información sobre MICOP, véase www.mixteco.org)
- CBDIO (Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño) es una organización dirigida por indígenas, con oficinas en Fresno, Santa María, Los Ángeles y Oaxaca. Ha llevado la delantera en el desarrollo de programas para mejorar la salud y la asistencia médica de los indígenas. Cuenta con intérpretes profesionales, mantiene un directorio de traductores, y presta servicios de interpretación al mixteco, triqui, chatino y otras lenguas indígenas. Ofrece talleres informativos para la comunidad indígena sobre temas de salud, y organiza conferencias para los prestadores de servicios con el fin de orientarlos respecto a la comunidad indígena y sus necesidades. Sus oficinas locales sirven como intermediarias comunitarias, ayudando a los indígenas a navegar el sistema de asistencia médica de los Estados Unidos. Estas oficinas también facilitan el trabajo de las clínicas locales, ayudando a los pacientes indígenas a llenar los documentos relacionados con trámites médicos y de servicio social. (véase: http://centrobinacional.org/)
- Radio Bilingüe y varias transmisoras locales brindan programación en mixteco, triqui, zapoteco y chatino, en muchas ocasiones ofrecen programación sobre la salud, la alimentación, y la nutrición e informan a sus radioescuchas qué clínicas tienen intérpretes de planta.
- El Proyecto Cultural Oaxaqueño (Oaxacan Cultural Project) en Hollister organiza talleres informativos para la promoción de la salud, que incluyen presentaciones en español impartidas por un médico sobre la salud de la mujer con interpretación al triqui y mixteco. El médico responde a las inquietudes de las mujeres respecto los partos por cesárea y otros temas relacionados con el aparato reproductivo.
- El Centro de Unidad Popular Benito Juárez (UPBJ) con base en Bakersfield, sirve a la comunidad indígena organizando talleres educativos, actividades juveniles y varios eventos culturales. También mantiene una activa lista de discusión que dialoga temas históricos y culturales de interés a los indígenas (véase UPBJ.org).
- La Iniciativa de Salud de las Américas de la Universidad de California (HIA por sus siglas en inglés) invitó a un curandero tradicional de Oaxaca a California durante la Semana de Salud Binacional del 2008. El invitado habló en mixteco por Radio Bilingüe e impartió talleres educativos y pláticas en todo el territorio del Estado, tanto para la comunidad indígena como para los profesionales de la salud. Simultáneamente HIA puso a disposición del público un folleto en inglés y en español titulado La medicina tradicional mesoamericana (para obtener un ejemplar, visite http://hia.berkeley.edu/documents/medicina_tradicional.pdf)
Enlaces a otras organizaciones que sirven la comunidad indígenas se encuentran en nuestra página de enlaces.