Los indígenas en México
Grupos lingüísticos principales
Época colonial
República mexicana
Necesidad de emigrar
Patrones migratorios dentro de México
Grupos lingüísticos principales
El Estudio de Trabajadores Agrícolas Indígenas muestra claramente que los jornaleros indígenas mexicanos que vienen a trabajar en los campos de California lo hacen en altas concentraciones de personas unidas tanto por lugar de origen como por grupo lingüístico. La gran mayoría proviene del oeste y sur de Oaxaca, donde predominan tres lenguas indígenas—mixteco, zapoteco y triqui. De hecho, ocho de cada diez trabajadores indígenas vienen del estado de Oaxaca. Otros diez porciento vienen del este del estado de Guerrero, y el diez porciento restante viene de otros estados en México. En cuanto a lengua, más de la mitad habla mixteco, Más o menos la cuarta parte habla zapoteco y uno de cada diez habla triqui. Sólo menos del diez porciento habla otras lenguas (véase el cuadro más abajo).
Antes de la llegada de los españoles al Nuevo mundo, los mixtecas, triquis y zapotecas vivían separados del resto de México. Eran sociedades autoritarias en las cuales la mayoría de la población consistía de campesinos que pagaba tributo y debía obligaciones de trabajo a la minoría gobernante. En el siglo 15, poco antes de la llegada de los españoles, los Aztecas conquistaron estos tres pueblos. No alteraron las relaciones de poder locales pero recogieron impuestos y tributo de los élites, quienes continuaron dominando a sus parientes étnicos. Cuando los españoles colonizaron a Oaxaca y a Guerrero, las condiciones cambiaron radicalmente para los pueblos indígenas de la zona. Implementaron políticas económicas, culturales y demográficas que devastaron no sólo a los pueblos nativos de Oaxaca y Guerrero, sino también al ambiente natural donde vivían. La población, que numeraba en los cientos de miles, fue acabada por enfermedad, prácticas laborales abusivas, y la insistencia de las autoridades españolas que la gente se concentrara en centros poblacionales donde la enfermedad y la explotación aceleraron aún más el colapso demográfico. Los españoles importaron nuevas actividades económicas que devastaron la economía tradicional de la región. Grandes superficies fueron dedicadas a la producción de seda y grana cochinilla y al pastoreo de ganado de pezuña hendida. Se estima que, durante los primeros cien años posteriores a la conquista, la población sufrió una reducción de hasta 90 porciento. En 1620, la población empezó a estabilizarse y a aumentar gradualmente. Sin embargo, no fue hasta décadas recientes que se restauró la concentración poblacional que existía antes de la llegada de los españoles.
Después de 300 años de gobierno colonial, los mexicanos declararon su independencia en 1810. Pero el destino de los pueblos indígenas no mejoró bajo la Nueva República. Las políticas económicas dieron acceso al desarrollo capitalista en México y las políticas sociales intencionaban la deliberada eliminación de la lengua e identidad de los pueblos indígenas. Las reformas solían transferir tierras comunales a haciendas particulares en las cuales los indígenas trabajaban como mano de obra barata o de las cuales huían para establecerse en lugares menos fértiles. De acuerdo con los censos oficiales, en 1808, en vísperas de la independencia, el 60% del pueblo de México era indígena; en 1921 esa cifra había bajado al 29%. (ahora es aproximadamente el 6%). Desde el punto de vista del gobierno mexicano, los indígenas representaban el retraso y eran un problema que tenía que ser eliminado conforme se modernizaba la nación. La actitud del gobierno y de la población no indígena de México en general ha conducido al prejuicio arraigado hacia los indígenas, los cuales han sido vistos como personas únicamente dignas de lástima y motivo de risa en los medios de comunicación. A la vez que los mexicanos se enorgullecen de su pasado precolombino, los mexicanos mestizos, por lo menos hasta últimas fechas, han menospreciado la población indígena contemporánea. Aún así, es erróneo pensar que los indígenas son sobrantes de un pasado pintoresco, porque en el transcurso de los últimos 500 años han vivido importantes adaptaciones que permiten que sus culturas perduren. En los últimos años, la opinión pública en México puede estar cambiando ya que los pueblos indígenas han hecho valer sus derechos de adaptarse a la época moderna a su manera, poniendo en armonía sus tradiciones con las reformas que se requieren.
Pese los agresivos esfuerzos por parte de la sociedad mexicana para eliminar las culturas indígenas, los pueblos de la zona de Oaxaca-Guerrero, el lugar de origen de los trabajadores agrícolas que ahora emigran a California, se habían creado una existencia autosuficiente a principios del siglo veinte. Los triquis, zapotecas y mixtecas producían muchos de los artículos que necesitaban para sobrevivir, y desarrollaron un sistema regional de intercambio entre sus comunidades. Elaboraban su ropa, calzado, bebidas, material de construcción, y cultivaban sus alimentos. A la vez, la vida era sin duda muy dura para la gran mayoría y, cuando fallaba la lluvia, se dedicaban a la caza y recolecta para sustentarse durante las épocas difíciles.
No obstante, a mediación del siglo veinte, el aislamiento regional y la economía de intercambio de la zona Oaxaca-Guerrero de nuestro interés se desaparecía rápidamente. La creciente economía monetaria del México urbano y del mundo entero finalmente penetró las zonas aisladas que habitaban los indígenas. La lenta y difícil elaboración de bienes locales fue cediendo paso al deseo de más baratos y más cómodos artículos importados. Las antiguas formas de vida tenían sus ventajas. Así que la comunidad trabajaba de acuerdo con convenios colectivos para producir muchas de sus necesidades. Pero estas ventajas fueron erosionadas por la persistente penetración del mundo del exterior. Los productos de consumo del mundo externo eran baratos y muchos eran más duraderos. La ropa, los gorros y los zapatos importados pronto reemplazaron las prendas de manta, los sombreros de palma y los huaraches hechos a mano. Las importaciones de Coca Cola y de tequila reemplazaron el tapache y el mezcal local. Las tinas de plástico reemplazaron las hoyas de barro y los techos de lámina corrugada y la teja comercial reemplazaron los techos de paja. Además, en años recientes, la introducción de la agua corriente y la electricidad ha creado demanda para enseres de tubería y aparatos eléctricos de varios tipos, lo cual ha ocasionado la gran necesidad de tener efectivo.
Aparte de la necesidad de comprar bienes de consumo, materiales de construcción e implementos agrícolas, la erosión al terreno no ha permitido que se mantenga el paso de las exigencias alimentarias de una población creciente, ni se diga el generar un excedente en metálico. La introducción de abonos químicos, pesticidas y bombas para aumentar la producción han tenido secuelas no intencionadas afectando el medioambiente en estas zonas marginales. La introducción de bombas de agua a gasolina, que efectivamente aumentan la producción, no aumentan los ingresos de los productores locales ya que los intermediarios, mayormente personas de las ciudades, que venden las bombas y el combustible y comercializan la materia prima, se quedan con la parte más grande del beneficio adicional. Mientras tanto, ya que la tierra y el agua se destinan para los cultivos de exportación, se reduce la producción de cultivos básicos para consumo local. La integración de la zona Oaxaca-Guerrero en la economía monetaria general significó que para sobrevivir, los habitantes de la región se vieron obligados a buscar trabajos que pagaban con dinero tanto para costear los bienes de consumo importados como para reponer las pérdidas en producción alimentaria.Patrones migratorios dentro de México
Cuando por primera vez los indígenas sintieron la necesidad de emigrar para sobrevivir, sus migraciones iniciales, en gran medida, fueron a otras partes de México y de forma temporal. Muchos estudios han documentado estos recorridos. Las entrevistas de historia laboral que realizamos durante el Estudio de Trabajadores Agrícolas Indígenas confirmaron los resultados de previos trabajos. Los primeros migrantes indígenas en llegar a California vinieron de las comunidades ubicadas cerca de las vías principales de Oaxaca; no fue hasta más tarde que los habitantes de las comunidades más remotas se unieron a la corriente migratoria. En la década de los 1940, los indígenas migraban temporalmente a Veracruz para cortar caña de azúcar y piña. Posteriormente, en la década de los 1960 empezaron a extenderse al cercano estado de Morelos para trabajar en la cosecha vegetal. Después, debido en parte a las campañas de reclutamiento laboral que emprendieron algunos empleadores, los indígenas realizaron el largo recorrido hacia el norte, a Sinaloa y Sonora a trabajar en la verdura y en el algodón. Por último en la década de los 1970, cruzaron el Mar de Cortez para trabajar en la industria vegetal y más tarde de la fresa en Baja California. Con el tiempo el destino temporal de trabajo más importante según nuestro estudio fue Sinaloa.
Además de relatar sus diferentes destinos de trabajo, los encuestados nos contaron en que lugares de México formaron asentamientos sus comunidades. Migrantes de Oaxaca y Guerrero establecieron asentamientos a largo plazo en zonas de trabajo agrícola como Sinaloa, Sonora y Veracruz, mientras que muchos más se establecieron en el estado de México y en la capital. No obstante, por amplio margen, el lugar donde con más frecuencia se establecían—más de la mitad de los asentamientos referidos en nuestro estudio—fue Baja California.